viernes, 24 de febrero de 2012

PSICOANALISIS: LAS TEORIAS OSCURAS DE CARL JUNG

PSICOANALISIS: LAS TEORIAS OSCURAS DE CARL JUNG: Teorias oscuras de Carl Jung Freud dijo que la meta de la terapia era hacer consciente lo inconsciente. Verdaderamente, hizo de e...

LAS TEORIAS OSCURAS DE CARL JUNG



Teorias oscuras de Carl Jung




Freud dijo que la meta de la terapia era hacer consciente lo inconsciente. Verdaderamente, hizo de este postulado el núcleo de su trabajo como teórico. Y además, definió al inconsciente como algo muy displacentero. Para ilustrar esto, consideremos lo siguiente: es un caldero de deseos establecidos; un pozo sin fondo de anhelos incestuosos y perversos; un lecho de experiencias aterradoras que aún pueden surgir a la consciencia. Francamente, ¡esto no suena como algo que quiera que acceda a mi consciencia!.


Carl Jung, joven colega de Freud, se dedicó a la exploración del “espacio interno” a través de todo su trabajo. Se lanzó a la tarea equipado con los antecedentes de la teoría freudiana, por supuesto, y con un conocimiento aparentemente inagotable sobre mitología, religión y filosofía. Pero era especialmente ducho en el simbolismo de tradiciones místicas complejas tales como gnosticismo, alquimia, cábala y tradiciones similares en el hinduismo y el budismo. Si hay una persona que tenga un sentido del inconsciente y sus hábitos como capaz de expresarse solo de forma simbólica, éste es Carl Jung.

Además, tuvo la capacidad de un soñar muy lúcido e ilusiones ocasionales. En otoño del 1913 tuvo la visión de una “inundación monstruosa” que hundía casi toda Europa cuyas aguas llegaban hasta las faldas de las montañas de su nativa Suiza. Vio miles de personas ahogándose y la ciudad temblando. Luego, las aguas se tornaban en sangre. En las siguientes semanas a la visión, surgieron sueños de inviernos eternos y ríos de sangre. Estaba asustado de que se estuviese volviendo psicótico.

Pero el uno de agosto de ese año, empezó la Primera Guerra Mundial. Jung creyó que de alguna manera existía una conexión entre él como individuo y la humanidad en general que no podía explicarse. Desde este momento hasta 1928, se fue metiendo en un proceso doloroso de auto-exploración que formaría la base de su futura teoría.

Cuidadosamente empezó a anotar sus sueños, fantasías y visiones, y los dibujó, pintó y esculpió. Halló que sus experiencias tendían a tomar formas humanas, empezando por un anciano sabio y su acompañante, una niña pequeña. El anciano sabio evolucionó, a través de varios sueños, hasta una especie de gurú espiritual. La niña pequeña se convirtió en “anima”, el alma femenina, que servía como medio de comunicación (medium) entre el hombre y los aspectos más profundos de su inconsciente.


Un duende marrón cuero apareció como celador de la entrada al inconsciente. Era “la sombra”, una compañía primitiva del Yo de Jung. Jung soñó que tanto él como el duende, habían asesinado a la preciosa niña rubia, a la que llamó Siegfred. Para éste, esta escena representaba una precaución con respecto a los peligros del trabajo dirigido solo a obtener la gloria y el heroísmo que prontamente causaría un gran dolor sobre toda Europa (¡así como también un aviso acerca de los peligros de algunas de sus propias tendencias respecto de la empresa heroica de Sigmund Freud!).



Jung soñó también mucho con cuestiones relacionadas con la muerte; con el territorio de los muertos y el renacimiento de los mismos. Para él, esto representaba el inconsciente mismo; no aquel “pequeño” inconsciente del que Freud hizo tan grande, sino un nuevo inconsciente colectivo de la humanidad. Un inconsciente que podía contener todas las muertes, no solo nuestros fantasmas personales. Jung empezó a considerar que los enfermos mentales estaban poseídos por estos fantasmas, en una época donde se supone que nadie creía en ellos. Con el solo hecho de “recapturar” nuestras mitologías, entenderíamos estos fantasmas, nos sentiríamos cómodos con la muerte y así superar nuestras patologías mentales.

Los críticos han sugerido que Jung estaba simplemente enfermo cuando todo esto ocurrió. Pero Jung creía que si queremos entender la jungla, no nos podemos contentar con solo desplazarnos por sus alrededores. Debemos entrar en ella, no importa cuán extraña o aterradora pueda verse.

Teoría

La teoría de Jung divide la psique en tres partes. La primera es el Yo, el cual se identifica con la mente consciente. Relacionado cercanamente se encuentra el inconsciente personal, que incluye cualquier cosa que no esté presente en la consciencia, pero que no está exenta de estarlo. El inconsciente personal sería como lo que las personas entienden por inconsciente en tanto incluye ambas memorias, las que podemos atraer rápidamente a nuestra consciencia y aquellos recuerdos que han sido reprimidos por cualquier razón. La diferencia estriba en que no contiene a los instintos, como Freud incluía.

Después de describir el inconsciente personal, Jung añade una parte al psiquismo que hará que su teoría destaque de las demás: el inconsciente colectivo. Podríamos llamarle sencillamente nuestra “herencia psíquica”. Es el reservorio de nuestra experiencia como especie; un tipo de conocimiento con el que todos nacemos y compartimos. Aún así, nunca somos plenamente conscientes de ello. A partir de él, se establece una influencia sobre todas nuestras experiencias y comportamientos, especialmente los emocionales; pero solo le conocemos indirectamente, viendo estas influencias.

Existen ciertas experiencias que demuestran los efectos del inconsciente colectivo más claramente que otras. La experiencia de amor a primera vista, el deja vu (el sentimiento de haber estado anteriormente en la misma situación) y el reconocimiento inmediato de ciertos símbolos y significados de algunos mitos, se pueden considerar como una conjunción súbita de la realidad externa e interna del inconsciente colectivo. Otros ejemplos que ilustran con más amplitud la influencia del inconsciente colectivo son las experiencias creativas compartidas por los artistas y músicos del mundo en todos los tiempos, o las experiencias espirituales de la mística de todas las religiones, o los paralelos de los sueños, fantasías, mitologías, cuentos de hadas y la literatura.

Un ejemplo interesante que actualmente se discute es la experiencia cercana a la muerte. Parece ser que muchas personas de diferentes partes del mundo y con diferentes antecedentes culturales viven situaciones muy similares cuando han sido “rescatados” de la muerte clínica. Hablan de que sienten que abandonan su cuerpo, viendo sus cuerpos y los eventos que le rodean claramente; de que sienten como una “fuerza” les atrae hacia un túnel largo que desemboca en una luz brillante; de ver a familiares fallecidos o figuras religiosas esperándoles y una cierta frustración por tener que abandonar esta feliz escena y volver a sus cuerpos. Quizás todos estamos “programados” para vivir la experiencia de la muerte de esta manera.

Arquetipos

Los contenidos del inconsciente colectivo son los llamados arquetipos. Jung también les llamó dominantes, imagos, imágenes primordiales o mitológicas y otros nombres, pero el término arquetipo es el más conocido. Sería una tendencia innata (no aprendida) a experimentar las cosas de una determinada manera.

El arquetipo carece de forma en sí mismo, pero actúa como un “principio organizador” sobre las cosas que vemos o hacemos. Funciona de la misma manera que los instintos en la teoría freudiana. Al principio, el bebé solo quiere algo de comer, sin saber lo que quiere. Es decir, presenta un anhelo indefinido que, no obstante, puede ser satisfecho por algunas cosas y no por otras. Más tarde, con la experiencia, el bebé empieza a anhelar cosas más concretas cuando tiene hambre (un biberón, una galleta, una langosta a la brasa, un pedazo de pizza estilo Nueva York).

El arquetipo es como un agujero negro en el espacio. Solo sabemos que está ahí por cómo atrae materia y luz hacia sí mismo.

El arquetipo materno

Este arquetipo es particularmente útil como ejemplo. Todos nuestros ancestros tuvieron madres. Hemos evolucionados en un ambiente que ha incluido una madre o un sustituto de ella. Nunca hubiéramos sobrevivido sin la conexión con una persona cuidadora en nuestros tiempos de infantes indefensos. Está claro que somos “construidos” de forma que refleja nuestro ambiente evolutivo: venimos a este mundo listos para desear una madre, la buscamos, la reconocemos y lidiamos con ella.

Así, el arquetipo de madre es una habilidad propia constituida evolutivamente y dirigida a reconocer una cierta relación, la de la “maternalidad”. Jung establece esto como algo abstracto, y todos nosotros proyectamos el arquetipo a la generalidad del mundo y a personas particulares, usualmente nuestras propias madres. Incluso cuando un arquetipo no encuentra una persona real disponible, tendemos a personificarlo; esto es, lo convertimos en un personaje mitológico “de cuentos de hadas”, por ejemplo. Este personaje simboliza el arquetipo.

Este arquetipo está simbolizado por la madre primordial o “madre tierra” de la mitología; por Eva y María en las tradiciones occidentales y por símbolos menos personalizados como la iglesia, la nación, un bosque o el océano. De acuerdo con Jung, alguien a quien su madre no ha satisfecho las demandas del arquetipo, se convertiría perfectamente en una persona que lo busca a través de la iglesia o identificándose con la “tierra madre”, o en la meditación sobre la figura de María o en una vida dedicada a la mar.

Maná

Debemos saber que estos arquetipos no son realmente cosas biológicas, como los instintos de Freud. Son demandas más puntuales. Por ejemplo, si uno sueño con cosas alargadas, Freud sugeriría que éstas representarían el falo y en consecuencia el sexo. Jung propondría una interpretación muy distinta. Incluso, el soñar con el pene no necesariamente implica una insatisfacción sexual.

Es llamativo que en sociedades primitivas, los símbolos fálicos usualmente no se refieran en absoluto al sexo. Usualmente simbolizan el maná, o poder espiritual. Esto símbolos se exhiben cuando es necesario implorar a los espíritus para lograr un mejor cosecha del maíz, o aumentar la pesca o para ayudar a alguien. La relación entre el pene y la fuerza, entre el sémen y la semilla, entre la fertilidad y la fertilización son parte de la mayoría de las culturas.

La sombra

Por supuesto que en la teoría junguiana también hay espacio para el sexo y los instintos. Éstos forman parte de un arquetipo llamado la sombra. Deriva de un pasado pre-humano y animal, cuando nuestras preocupaciones se limitaban a sobrevivir y a la reproducción, y cuando no éramos conscientes de nosotros como sujetos.

Sería el “lado oscuro” del Yo (del sí mismo. N.T.) y nuestra parte negativa o diabólica también se encuentra en este espacio. Esto supone que la sombra es amoral; ni buena ni mala, como en los animales. Un animal es capaz de cuidar calurosamente de su prole, al tiempo que puede ser un asesino implacable para obtener comida. Pero él no escoge ninguno de ellos. Simplemente hace lo que hace. Es “inocente”. Pero desde nuestra perspectiva humana, el mundo animal nos parece brutal, inhumano; por lo que la sombra se vuelve algo relacionado con un “basurero” de aquellas partes de nosotros que no queremos admitir.

Los símbolos de la sombra incluyen la serpiente (como en el Jardín del Edén), el dragón, los monstruos y demonios. Usualmente guarda la entrada a una cueva o a una piscina de agua, que representarían el inconsciente colectivo. La siguiente vez que sueñen que se están peleando con un luchador fortísimo, puede que simplemente ¡se esté peleando con usted mismo!.

La persona

La persona representa nuestra imagen pública. La palabra, obviamente, está relacionada con el término persona y personalidad y proviene del latín que significa máscara. Por tanto, la persona es la máscara que nos ponemos antes de salir al mundo externo. Aunque se inicia siendo un arquetipo, con el tiempo vamos asumiéndola, llegando a ser la parte de nosotros más distantes del inconsciente colectivo.

En su mejor presentación, constituye la “buena impresión” que todos queremos brindar al satisfacer los roles que la sociedad nos exige. Pero, en su peor cara, puede confundirse incluso por nosotros mismos, de nuestra propia naturaleza. Algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que pretendemos ser.

Anima y animus

Una parte de la persona es el papel masculino o femenino que debemos interpretar. Para la mayoría de los teóricos, este papel está determinado por el género físico. Pero, al igual que Freud, Adler y otros, Jung pensaba que en realidad todos nosotros somos bisexuales por naturaleza. Cundo empezamos nuestra vida como fetos, poseemos órganos sexuales indiferenciados y es solo gradualmente, bajo la influencia hormonal, cuando nos volvemos machos y hembras. De la misma manera, cuando empezamos nuestra vida social como infantes, no somos masculinos o femeninos en el sentido social. Casi de inmediato (tan pronto como nos pongan esas botitas azules o rosas), nos desarrollamos bajo la influencia social, la cual gradualmente nos convierte en hombres y mujeres.

En todas las culturas, las expectativas que recaen sobre los hombres y las mujeres difieren. Estas están basadas casi en su totalidad sobre nuestros diferentes papeles en la reproducción y en otros detalles que son casi exclusivamente tradicionales. En nuestra sociedad actual, todavía retenemos muchos remanentes de estas expectativas tradicionales. Todavía esperamos que las mujeres sean más calurosas y menos agresivas; que los hombres sean fuertes y que ignoren los aspectos emocionales de la vida. Pero Jung creía que estas expectativas significaban que solo hemos desarrollado la mitad de nuestro potencial.

El anima es el aspecto femenino presente en el inconsciente colectivo de los hombres y el animus es el aspecto masculino presente en el inconsciente colectivo de la mujer. Unidos se les conoce como syzygy. El anima puede estar representada (personificada) como una joven chica, muy espontánea e intuitiva, o como una bruja, o como la madre tierra. Usualmente se asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida misma. El animus puede personificarse como un viejo sabio, un guerrero, o usualmente como un grupo de hombres, y tiende a ser lógico, muchas veces racionalista e incluso argumentativo.

El anima y el animus son los arquetipos a través de los cuales nos comunicamos con el inconsciente colectivo en general y es importante llegar a contactar con él. Es también el arquetipo responsable de nuestra vida amorosa: como sugiere un mito griego, estamos siempre buscando nuestra otra mitad; esa otra mitad que los Dioses nos quitaron, en los miembros del sexo opuesto. Cuando nos enamoramos a primera vista, nos hemos topado con algo que ha llenado nuestro arquetipo anima o animus particularmente bien.

PSICOANALISIS: DIFERENCIAS ENTRE JUNG Y FREUD

PSICOANALISIS: DIFERENCIAS ENTRE JUNG Y FREUD: Diferencias entre Jung y Freud "La gente podrá hacer cualquier cosa, no importa cuán absurda, con el fin de evitar enfrentar su propia al...

DIFERENCIAS ENTRE JUNG Y FREUD


Diferencias entre Jung y Freud

"La gente podrá hacer cualquier cosa, no importa cuán absurda, con el fin de evitar enfrentar su propia alma."
Carl Jung



"Sería muy simpático que existiera dios, que hubiese creado el mundo y fuese una benevolente providencia; que existieran un orden moral en el universo y una vida futura; pero es un hecho muy sorprendente el que todo esto sea exactamente lo que nosotros nos sentimos obligados a desear que exista."

Sigmund Freud




Es erroneo pensar en Jung como un discipulo de Freud, por que Jung ya tenia estudios psicologicos importantes antes de conocer a Freud, mas bien fue un colaborador, quizas el mas importante en su momento.

Sus teorias difieren en que mientras Freud creia que el inconsciente posee las pulsiones mas primitivas y reprimidas del ser humano movilizadas por una energia llamada libido (de naturaleza sexual exclusivamente), Jung por su parte creia que en el inconsciente esta todo aquello que hace al hombre un ser creativo y en busqueda de su autodesarrollo, asi como que la libido tambien es una energia creativa y creadora. Desde esas tesis se ramifican todas las demas diferencias.



Freud divide al apararto psiquico en consciente, preconsiente e inconsciente. Mientras que Jung solo nos habla de inconsciente personal e inconsciente colectivo.

Freud habla de tres instancias psiquicas a las que llama: Ello, yo y superyo. Es el yo quien media entre las exigencias del ello y del superyo. Jung no considera mas que al "yo", que explica se debate entre la informacion que le llega del inconsciente personal y el inconsciente colectivo, pero no son las versiones junguianas del ello y el superyo, sino que tienen actividades y necesidades diferentes.

Freud creia que el objetivo de su metodo era fortalecer al "yo" sobre las otras dos, para poder desarrollar dos objetivos limitativos; amar y trabajar. Jung fue mas alla y creia que el "yo" era algo imperfecto por lo que su metodo buscaba que el yo se desarrollara mas ampliamente hasta algo que denomino self (si mismo) que es el climax del desarrollo humano.



Freud pensaba que todos los seres humanos tienen un complejo que denomino complejo de Edipo, para el todos los seres humanos en algun momento de su vida desarrollan este complejo y tienen que vivir con el o resolverlo. Jung en cambio creia que los complejos en el ser humano son infinitos como lo comprobo al analizar la mitologia y los sue
ños de sus pacientes. Estudiando los complejos fue que encontro que en la psique existen estructuras y patrones ancestrales que denomino arquetipos y que emanan del inconsciente colectivo; estos arquetipos tambien son muchos pero en su obra se intereso en identificar algunos: anima, animus, sombra, mago, niño divino, Dios, etc.



Freud se dedico a estudiar el inconsiente de los neuroticos, mientras que Jung tambien se intereso en los psicoticos que no consideraba fueran caso perdido (como creia Freud). Jung llego afirmar que el inconsciente del psicotico de su tiempo tenia similitud con el inconsciente del hombre primitivo, eso lo llevo a investigar la mitologia pagana, la astrologia, la alquimia, etc. Con la intencion de comprender el inconsciente colectivo y toda la influencia que ejerce en el ser humano.

Para Jung, la asociación libre, tal como la empleó Freud, resulta enga
ñosa y lo que él quería era mantenerse “lo más cerca posible del sueño mismo y excluir todas las ideas que no hicieran al caso y las asociaciones que pudiera evocar”.


LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA DE CARL JUNG

Carl Jung (1875-1961) mantuvo una intensa relación con Freud, pronto rota por importantes discrepancias teóricas. Rechazó la psicología que buscaba una fundamentación de sus explicaciones en el orden físico, enfoque que caracterizó como "psicología sin alma".
Las diferencias respecto del pensamiento freudiano se centran principalmente en los conceptos de libido y de inconsciente.



Libido: para Jung es la energía psíquica en general, en contraste con el planteamiento freudiano que la identifica más con la energía sexual.
Inconsciente: también aquí Jung rechaza la primacía que Freud daba a los elementos sexuales, Jung mantuvo que cuestiones religiosas, distintas formas de ver el mundo, e incluso factores políticos y culturales pueden influir más que los instintos sexuales en la vida inconsciente. Pero más importante es la diferencia en este otro aspecto: como Freud, admite la existencia de un inconsciente personal, fruto de los contenidos reprimidos de origen infantil, pero a
ñade la existencia de un inconsciente colectivo, más profundo que el anterior, de naturaleza universal, por lo tanto con contenidos y modos de comportamiento que son los mismos en todos los individuos. En el inconsciente colectivo destaca lo que Jung llamaba arquetipo: imágenes primordiales relativas a constantes humanas.



Algunos importantes arquetipos:

La Sombra: representa la parte negativa del sujeto, el inconsciente reprimido.
El Anima y el Animus. Anima: representa la parte femenina presente en el hombre y generalmente reprimida por él. Su inversa es el Animus o parte masculina presente en las mujeres.
El Tesoro: representa la meta y la plenitud deseada por la persona.
El Mandala: representación de la armonía perfecta de los opuestos, su integración total en el psiquismo.

En el inconsciente personal Jung encuentra como elementos destacados los complejos afectivos: el complejo reúne imágenes y energías relativamente independientes del resto del psiquismo; forma algo así como un psiquismo independiente dentro del sujeto. Una persona con un complejo es una persona escindida. Jung sitúa en los complejos el origen de toda perturbación mental; del mismo modo que para Freud los sue
ños eran la "vía regia" de acceso al inconsciente, así serán los complejos para Jung.



Terapia: una novedad de Jung fue el uso de test de asociaciones verbales: el terapeuta le pide al paciente que responda con lo que primero acuda a su mente ante una serie de palabras-estímulo. El psicoanalista mide con un cronómetro el tiempo de reacción entre el estímulo (palabras como "agua", "círculo", "azul", "cuchillo"...) y la respuesta. Si el sujeto tarda en responder a la palabra-estímulo ello es se
ñal de la existencia de un complejo en el que el analista debe investigar.



También fueron importantes sus aportaciones en el campo de la personalidad (con sus clasificaciones de tipos psicológicos) y su consideración de que el tratamiento terapéutico debe culminar en el proceso de individuación: desarrollo de la individualidad del paciente, ampliación de su conciencia y autonomía personal. Se cifra la salud en la autorregulación personal y en la armonía entre contrarios. Para este fin el terapeuta busca la colaboración activa del paciente y emplea también el análisis de los sue
ños y otras creaciones como dibujos o escritos.




El PSICOANALISIS DE FREUD:

Sigmund Freud (1856-1939), fundador de esta escuela, desarrolla su teoría sobre el psiquismo y el tratamiento de sus alteraciones en la misma época en la que la psicología se construye como ciencia independiente (finales del siglo XIX y primeras décadas del XX). El psicoanálisis tiene su propio desarrollo, ortodoxia y cismas, y ha conocido enfrentamientos tanto en su interior como con otras teorías psicológicas. Su impacto ha sido enorme: en el lenguaje del hombre de la calle, en la idea que debemos tenemos del ser humano, y, naturalmente, en la propia psicología. Se han ofrecido múltiples críticas a la teoría, método y terapéutica psicoanalítica, a pesar de lo cual no se puede negar su presencia en la psicología actual.


Es un método de investigación, basado principalmente en la interpretación de la asociación libre y con el objetivo de hacer accesibles los significados inconscientes de las manifestaciones (palabras, sue
ños, actos, fantasías) de los individuos.
Es un método terapéutico para el tratamiento de los trastornos neuróticos.
Es un conjunto de teorías de psicología y psicopatología.

Objeto del psicoanálisis: el inconsciente. Tesis esencial de esta escuela: el psiquismo no se reduce a lo consciente. Los contenidos inconscientes tienen un papel determinante de la vida psíquica.



Método del psicoanálisis: interpretación de las distintas producciones del sujeto, principalmente de las asociaciones libres, aunque también de los sue
ños. Como método clínico se centrará en el análisis en profundidad de los casos particulares.
Propósito del psicoanálisis: el robustecimiento del psiquismo consciente.

Principales conceptos del psicoanálisis

Concepción del aparato psíquico
Dado que concibe el psiquismo como formado por sistemas con características y funciones distintas y dispuestos den determinado orden, Freud utilizó el concepto de tópica.



a) Primera tópica: el psiquismo está formado por los sistemas consciente, preconsciente e inconsciente.

Contenidos conscientes: son datos inmediatos de la conciencia, responden a las leyes de la lógica y están gobernados por el principio de realidad, por lo que busca la adaptación al mundo exterior. Mediante el sistema percepción-conciencia está vuelto hacia el mundo exterior, aunque también es capaz de atender a los estímulos procedentes de la vida psíquica interior.
Contenidos inconscientes: sólo pueden ser inferidos pues el sujeto no es consciente de ellos; no les afecta las leyes de la lógica ni categorías como el tiempo y el espacio. Están regidos por el principio del placer (inclinación a la realización inmediata del deseo, y con ello de la gratificación), del que la realización alucinatoria del deseo es una de su principales manifestaciones. Son de dos clases:

Los sujetos a represión (dinámicamente inconscientes)
Los inconscientes en un momento determinado pero que pueden transformarse en conscientes por que no son reprimidos por el sujeto. Son los contenidos preconscientes.



b) Segunda tópica. Estructura del aparato psíquico:

Yo: se identifica con el consciente y representaría la razón y al sentido común: se gobierna por el principio de realidad.
Ello: se corresponde con el inconsciente, depositario de los instintos y gobernado por el principio del placer. Desorganizado, emocional, oscuro y difícilmente accesible.
Super-yo: procede de la introyección (incorporación de algo exterior) de las figuras de los progenitores, tal como eran vividas en la ni
ñez y depositarias de lo que está bien y mal. Incluye elementos conscientes e inconscientes. La culpa se produce cuando la conducta entra en conflicto con el super-yo.

Freud creyó que existe una relación antagónica y conflictiva ente las tres instancias. El yo debe buscar la armonización y acaba sirviendo a "tres severos amos":

La realidad : fracaso: angustia real.
Al super-yo; fracaso: angustia moral.
Al ello: fracaso: angustia neurótica.

El objetivo del psicoanálisis es robustecer el yo, hacerlo más independiente del super-yo y ampliar su dominio sobre el ello.



Libido: forma de energía; tiene su origen en el ello. En un primer momento la concibió como energía específicamente perteneciente a los instintos sexuales (al ello, por tanto). Después supuso que el yo también la poseía, aunque derivada de la del ello.

Etapas del desarrollo de la libido, que van desde el nacimiento a la adolescencia.

Oral, anal, fálica y genital, cuya fuente de placer libidinal es, respectivamente, la estimulación de la boca, el ano, el pene y los genitales. Su exceso y falta de gratificación pueden provocar trastornos en la vida adulta. Etapa de latencia: entre la fálica y la genital; en ella las demandas libidinales quedan latentes.
Los instintos: en su formulación final, Freud defendió la existencia de

Instinto de vida (Eros), cuya forma de energía es la libido.
Instinto de muerte (Tanatos): impulsa hacia la desorganización, la muerte. El tipo de energía que le corresponde recibe el nombre en algunos textos de "destrudo".



Tratamientos psicoanalistas: en su origen ligado a la comprensión y tratamiento de la histeria.
a) Catarsis (o método catártico) (antecedente del psicoanálisis). Fue el primero utilizado por Freud y básicamente consistía en aplicar la hipnosis.
Éste método le enseñó que:

Las alteraciones somáticas (corporales) de la enfermedad son consecuencia de influencias psíquicas.
Existen procesos anímicos inconscientes y ligados a la enfermedad.

A partir de estudios de Charcot y de Breuer, Freud formuló su teoría explicativa de los síntomas histéricos:

Los síntomas se generan en situaciones en las que se reprime una acción; los síntomas sustituyen a las acciones reprimidas.
Los motivos y los impulsos anímicos que dan lugar a la histeria quedan fuera de la consciencia del paciente, perdurando los síntomas.

Tratamiento: la hipnosis le permitía al sujeto revivir el suceso traumático originario, lo que traía consigo la desaparición de los síntomas.



b) Asociación libre. Sustituye al hipnotismo.

Regla analítica fundamental: el paciente debe comunicar al analista todo lo que se le ocurra, sin que su pensamiento esté controlado por reflexión consciente. Fundamento de la regla: la asociación libre en realidad no lo es puesto que las ocurrencias del paciente, su discurso, estaría determinado por el material inconsciente.
El analista debe utilizar este material y a partir de su interpretación, debe reconstruir los contenidos psíquicos olvidados por el paciente. En el transcurso del tratamiento el paciente muestra una resistencia constante e intensa que le dificulta para aceptar sus propias vivencias. De este hecho derivó Freud su teoría de la represión: ciertas impresiones e impulsos anímicos pueden ser apartados de la conciencia y la memoria por fuerzas anímicas y ser sustituidas por los síntomas que componen la enfermedad. La represión proviene del yo del paciente y está generalmente dirigida hacia impulsos sexuales.

De estos hechos obtuvo las siguientes conclusiones:
a) Los síntomas sustituyen a satisfacciones prohibidas.
b) Las vivencias infantiles son fundamentales en la vida de las personas pues dejan disposiciones imborrables.
c) Existe una sexualidad infantil.



De todas las vivencias infantiles destaca el complejo de Edipo, en el que Freud creyó encontrar la base de la neurosis. Surge entre los 3 y los 5 a
ños, consiste en la reunión de ideas y sentimientos inconscientes relacionados con el deseo de poseer al progenitor del sexo opuesto y eliminar al del mismo sexo, y su resolución se logra cuando el niño se identifica con el progenitor del mismo sexo. Si el sujeto sufre una "fijación" en esta etapa sobreviene la culpa, la rivalidad con el padre y el conflicto.
En el transcurso de la terapia aparece el fundamental fenómeno de la transferencia. Por ella el paciente transfiere al analista ideas, sentimientos, deseos y actitudes que pertenecen a su relación con una figura significativa de su pasado (generalmente los padres). Dos tipos de transferencia: la positiva, compuesta de sentimientos de ternura, y la negativa, compuesta de sentimientos de hostilidad. Este hecho es fundamental para la resolución de la terapia. Relacionada con lo anterior está la neurosis de transferencia: neurosis artificial en la que se organizan las manifestaciones de la transferencia y se constituye en la relación con el analista. Su análisis permitirá el descubrimiento de la neurosis infantil.



El fenómeno de la transferencia muestra:

La extraordinaria importancia de las experiencias infantiles.
Experiencias ligadas generalmente a la relación del ni
ño con sus padres.
Estas experiencias relacionales tienen a repetirse en la vida posterior del individuo. Puesto que en la transferencia el paciente tiene a reproducir las peculiares relaciones que mantenía con sus padres, el analista debe contar con este material para sus conclusiones.

Contratrasferencia: se da cuando es el analista el que transfiere ideas, sentimientos o actitudes al paciente. Puede perturbar el análisis.



Regla de abstinencia: por ella el analista niega al paciente los deseo o satisfacciones que reclama, negándose a asumir el papel que el paciente le quiere asignar.

Otros elementos a tener en cuenta para el análisis:

Actos fallidos: errores o fallos en la conducta o el habla en asuntos en los que habitualmente no se producen. Con frecuencia se suelen interpretar como falta de atención, sin embargo para Freud son la muestra de procesos inconscientes o intenciones reprimidas.

Sue
ños: para Freud eran la "vía regia" hacia el inconsciente. Son ejemplo paradigmático de actividad inconsciente y comparten la estructura de los síntomas neuróticos. Distingue entre el contenido manifiesto (lo soñado, lo que aparenta el sueño) y el contenido latente (su auténtico significado).


Para enmascarar las ideas latentes el so
ñador emplea varios mecanismos:

Condensación (concentrar varias ideas latentes en una o pocas ideas o contenidos manifiestos).
Desplazamiento (desplazar en los espacios de importancia del sue
ño lo principal del contenido latente a un lugar secundario del relato en que consiste el contenido manifiesto, o lo secundario a uno principal).
Dramatización (expresar en forma de historia un contenido latente).
Simbolización (emplear en el contenido manifiesto símbolos para enmascarar los contenidos latentes).

Una de las funciones principales del so
ñar: la realización simbólica del deseo.

Finalmente, dado que los actos fallidos y los sue
ños están presentes en las personas normales, no sólo en los neuróticos, Freud pudo decir que el psicoanálisis no era únicamente una terapia para la neurosis sino también una nueva psicología.




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¿Ayuda para Desenmascarar?


¿Ayuda para Desenmascarar?




A Jose Antonio Delgado, científico ambiental, escritor y experto en Psicología Analítica le interesa mucho Carl Jung. Yo suscribo. El genial psiquiatra nos dejó un legado de una gran riqueza psicológica, mapeando el consciente con figuras como el yo, la persona y los complejos, y el inconsciente tanto individual como colectivo con metralla puramente psíquica como la sombra, los arquetipos y el anima-animus. Y tal como decía su afamado rival, Freud, “La meta de la terapia es hacer consciente lo inconsciente”. Si atendemos a recientes estudios realizados sobre el funcionamiento del cerebro procesamos de forma consciente 4,000 bits de información cada segundo mientras que la contraparte inconsciente procesa 400,000 millones de bits/segundo. Presentamos una entrevista que Moisés Garrido de ENIGMA realizó a Jose A. Delgado donde explica ampliamente el material junguiano y la necesidad de ir desenmascarando, entiéndase quitando el polvo al sí mismo o centro de totalidad.
Es evidente que lo inconsciente se manifiesta con más fuerza en momentos de crisis social o de transformación colectiva como el que vivimos actualmente. Ahora, más que nunca, los arquetipos se proyectan al exterior, irrumpiendo las vivencias paranormales y sincronísticas, los sueños recurrentes, los casos de canalización, recuerdos de supuestas vidas pasadas, experiencias extracorpóreas, episodios de conciencia cósmica, etc. Hay una profunda necesidad en el hombre de explorar su ser interior y orientar su destino hacia cuestiones espirituales. Todo este síntoma de renovación psicológica, coincide a su vez con el desmoronamiento de los dogmas teológicos impuestos por las religiones institucionalizadas, cada vez más cuestionadas. La política y la cultura también están atravesando por un serio proceso deconstructivo. No digamos la crisis medioambiental que sufre nuestro planeta clamando urgente ayuda. Y en el campo científico, vemos cómo se resquebrajan viejas ideas reduccionistas para dar paso a un nuevo paradigma más receptivo hacia lo transpersonal y lo holográfico.
El papel tan determinante que juega la conciencia en la realidad que nos rodea, como propone la física moderna, posiblemente guarde estrecha relación con todas estas emergencias espirituales que ahora mismo están protagonizando muchas personas. La psique construye la realidad que observamos, pero también la transforma. Mente y materia formando un todo. “La fragmentaridad es una ilusión de la mente: el verdadero estado de las cosas es una totalidad indivisible”, propone el físico David Bohm. De todo ello, nos habla nuestro entrevistado, José Antonio Delgado González (Madrid, 1972), licenciado en Ciencias Ambientales y especialista en Psicología Analítica. En su reveladora obra El retorno al paraíso perdido (Sotabur, 2004), explora aquellos aspectos más profundos de la crisis personal y colectiva, la sombra y las convulsiones sociales, la interrelación entre Anima y Animus y muchas otras cuestiones que tienen que ver con la evolución interior.
Ha publicado, también, su novela autobiográfica Encuentros en la oscuridad (Nuevosescritores, 2007), en la que disecciona y expone, sin tapujos, algunos de los más graves escollos de la sociedad moderna: el incremento vertiginoso de las separaciones de pareja, la violencia de género, el materialismo recalcitrante, la carencia de un sentido trascendente y de un contenido espiritual de la vida o la falsa creencia en que la felicidad es proporcionada por los bienes materiales que el hombre atesora. Además, en breve, aparecerá en el mercado su último ensayo novelado titulado En busca del Cristo interior, un viaje al interior del alma humana en donde se dan cita la gnosis, la alquimia, el sexo sagrado, el hermetismo y la astrología, teniendo especial relevancia también el Evangelio de Judas y la figura de María Magdalena.
Tu libro El retorno al paraíso perdido se estructura en capítulos a modo de grados de evolución en el sendero de la iniciación. Comienzas con la sombra del ser humano, analizando el mal, hasta llegar al despertar de la conciencia. ¿Era tu objetivo marcar la pauta del iniciado, de quien se sumerge en el sendero? ¿De algún modo es una autobiografía?…
“Como muy bien apuntas, el libro tiene un propósito eminentemente iniciático. Su estructura de doce capítulos divididos en cuatro apartados es ya una señal indicativa de lo que podemos esperar de su contenido: una invitación cartografiada a emprender el viaje del Conocimiento. No creo que pueda concebirse el libro como una autobiografía, en el sentido de una exposición de acontecimientos biográficos. Esto lo puedes hallar en mi novela Encuentros en la oscuridad, en la que sí describo algunas de mis experiencias vitales, combinadas con otras surgidas de una mezcolanza que aúna productos de mi imaginación creativa y la exposición de los problemas de fondo que afectan a toda nuestra civilización. El retorno al Paraíso Perdido es, más bien, el producto destilado de mi encuentro con mis ancestros, de mi trabajo personal con los arquetipos junguianos, en definitiva, de mi entrada en la cueva o útero materno de la Diosa. Por ese motivo, en ocasiones, dejé a lo Inconsciente que se expresara libremente, siendo mi ego un simple instrumento a su servicio. Fue así como surgió, por ejemplo, el capítulo en el que presento la teoría del sistema psíquico, donde afirmo que la psique puede ser concebida como un sistema abierto y disipativo”.
INVESTIGANDO LA SOMBRA
Según nos explica José Antonio durante la entrevista mantenida en Madrid, cuanto mayor sea el número de individuos que se dediquen a la investigación, a la elucidación y al trabajo con los arquetipos, especialmente con la sombra, desde los más diversos ámbitos del saber, tanto más nos aproximaremos a la ‘masa crítica’ necesaria para que el cambio de consciencia que el espíritu de los tiempos demanda se extienda exponencialmente al colectivo.

¿Crees que el caos en el que está sumergido actualmente el mundo, sobre todo occidente, es señal del emerger de una nueva conciencia colectiva, de un cambio de paradigma psicológico, social, científico y religioso?
“Sí, estoy convencido de ello y así lo afirmo, no sólo en El retorno al Paraíso Perdido, sino también en mi novela Encuentros en la oscuridad y en gran parte de mis ensayos y artículos publicados en la red. Una experiencia de más de una década con lo inconsciente, tanto en mi mismo, cuanto a través de las crisis existenciales padecidas por mis analizandos, ha afianzado mi originaria intuición”.
EMERGENCIAS ESPIRITUALES
Una crisis de transformación puede desencadenarse por muchos factores, desde una enfermedad o accidente hasta un fracaso sentimental o una pérdida laboral. Lo emocional juega un papel fundamental en toda emergencia espiritual.
Precisamente nuestro protagonista atravesó por una amarga experiencia relacionada con una ruptura de pareja que le hizo adentrarse por los derroteros de lo espiritual y transpersonal, sufriendo una profunda transformación interna y “El único modo de dominar la sombra es conociéndola. Y, para ello, el individuo debe enfrentarse al conflicto que este conocimiento conlleva. La sombra es la inevitable oposición que toda génesis de un centro de luz, al que llamamos ego, genera. En el camino de iluminación de la sombra, el ser humano ha de comenzar por tomar consciencia de lo que de oscuro y negativo hay en su personalidad, de aquellos contenidos biográficos reprimidos por diversos motivos, retirando las proyecciones que antes espetaba en los demás. Hasta aquí, con autocrítica y cierto trabajo interior, la sombra es susceptible de hacerse consciente sin demasiadas complicaciones”. Asimismo añade: “Ahora bien, cuando la sombra aparece como arquetipo, entonces da lugar a las mayores dificultades, puesto que el individuo se encuentra cara a cara con el mal absoluto, con el reverso tenebroso de Dios. Y esta sí es una experiencia iniciática, a la que no todo el mundo tiene acceso”.

Para nuestro entrevistado, es importantísimo tomar consciencia de la sombra de la que cada cual es portador, pues es de la mayor relevancia adquirir una actitud de alerta ante los conflictos colectivos que asedian a occidente, ya que, se quiera admitir o no, nos afectan a todos. descubriendo las graves consecuencias de la escisión entre el hombre interior
Su vida cotidiana se vio, de improviso, trastocada. El perturbador proceso tuvo finalmente consecuencias positivas, más bien terapéuticas.
“Pasé por una crisis muy tumultuosa con mi pareja y luego vino la separación, con el consiguiente conflicto interior de si volver con ella o no. Encontrándome en esta encrucijada, comencé a estudiar estos temas. . Primero me inicié con las obras de Erich Fromm y poco después pasé a Jung, iniciándome con su libro Los complejos y el inconsciente, que lo leí varias veces, para extraer su máximo jugo. Entonces, desde ese momento, me dediqué a estudiar en profundidad la psicología junguiana, viendo que ahí hallaría la clave que necesitaba para comprender todo lo que me estaba pasando a mí y todo lo que estaba sucediendo en el colectivo”.
Otro libro fundamental para nuestro protagonista fue el que escribió Jung y Pauli sobre la sincronicidad. “Empecé a enlazar todos los eventos sincronísticos que me sucedían a mí, comprobando a su vez que existía un paralelismo entre lo que sucede en el inconsciente colectivo a nivel psíquico y lo que sucede después en el mundo exterior, esa relación que no es de causalidad, sino de coincidencia significativa”, recuerda con entusiasmo.
También protagonizó una curiosa y más que significativa vivencia en el ámbito académico, cuando se preparaba para doctorarse en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). En sus propias carnes, sufrió la censura que el establishment universitario tiene hacia determinadas cuestiones heterodoxas del conocimiento, como es el caso de la astrología, la alquimia y el tarot -temas que pensaba abordar en su tesis doctoral únicamente desde el punto de vista de la psicología junguiana-, a pesar de que recibió el apoyo de ciertos profesores de mente abierta. Su determinación fue drástica: decidió no doblegarse a las exigencias académicas y abandonó sus estudios de doctorado para seguir su formación de manera autodidacta, que casi siempre resulta mucho más fructífera que la marcada por el sistema educativo, obsoleto y dogmático en muchos aspectos. “Cuando tenía prácticamente 200 páginas escritas de la tesis doctoral se las presenté a Luis Montiel, mi director de tesis, historiador de la medicina y muy versado en psicología profunda. Me advirtió que estaba tocando asuntos que dentro de las líneas de investigación de la universidad no encajaban. Se salían de la ortodoxia académica. Agregó que si seguíamos adelante por esa línea, nos desprestigiábamos tanto él como yo. Entonces decidí no continuar con el doctorado y publicar mi trabajo investigativo, una vez concluido, como libro. Y eso hice”.
EL 11-S Y SUS CLAVES SIMBÓLICAS
Para el entrevistado, la fecha del 11-S significó un importante hito en el mundo de los arquetipos, incluso hubo acontecimientos astrológicos muy significativos. “No se trata de que la constelación astrológica sea causante de los atentados terroristas, aclara. Este es un asunto muy delicado y es importante ilustrarlo bien, pues de su comprensión depende el que luego se entiendan las relaciones. En primer lugar, la astrología no causa nada, sino que se relaciona de un modo sincronístico, o simbólico, si se prefiere, con lo que tiene lugar en el mundo de la materia. Los gnósticos y los alquimistas expresaban este principio universal aplicable a la astrología en la máxima siguiente: ‘así es arriba, como abajo’. Hoy, gracias a las aportaciones combinadas de Carl Jung y Wolfgang Pauli, esta ley recibe el nombre científico de sincronicidad. Así, respondiendo a tu pregunta, la oposición entre Saturno y Plutón simboliza una lucha entre dos tendencias arquetípicas con connotaciones muy desagradables.

No se trata de que dicha oposición provoque la guerra, sino más bien, que, tanto a nivel colectivo, como en la vida privada de cada cual, hay material proveniente de las profundidades más arcaicas de lo inconsciente colectivo que está presto a emerger a la consciencia. Dado que los contenidos de ese estrato son primitivos, y hasta bestiales, la consciencia lucha por mantenerlos en jaque, ocultándolos. Cuando esto sucede dichos contenidos son proyectados al ámbito exterior y se manifiestan en fenómenos y circunstancias que parecen provenir y estar fuera del colectivo humano, como el ataque terrorista que sufrió Estados Unidos el fatídico 11 S. Quizás la imagen arquetípica más elocuente de esta constelación astrológica la constituya la carta del Tarot denominada ‘La Torre’.
Traducido a términos sencillos este gran hito arquetípico significa que la pretendida invulnerabilidad y omnipotencia del Ego colectivo de los países que integran occidente, a la cabeza de la cual se encuentra Estados Unidos, ha sufrido un duro golpe que lo ha hecho caer de las alturas de su hybris heroica, es decir, de su inflación, para morder el polvo”.
Según explica Delgado, el número 11 es un símbolo de discordia, oposición, enfrentamiento entre tendencias contrapuestas. Lo cual se correlaciona significativamente con el simbolismo de Géminis (los hermanos gemelos). En lenguaje psicológico esto representa la lucha entre el Ego colectivo y el alter Ego, es decir, su sombra. Y esta coincidencia significativa de acontecimientos separados en el espacio y en el tiempo tiene su razón de ser en la constelación de un arquetipo que lleva años actuando: la Diosa en su faceta destructiva. En definitiva, tras todo ello, se vislumbra el desmoronamiento de los pilares sobre los que se sustenta la cultura occidental.
Reconozco mi escepticismo hacia la astrología. Sin embargo, observo que muchos que os adentráis en el universo junguiano, en el mundo de los arquetipos, de los símbolos ocultos de la psique, dais una gran relevancia al conocimiento astrológico. ¿Qué razones tenéis para mezclar astrología con psicología?
“Me alegra que me hagas esa pregunta, Moisés. La Astrología es contemplada en el ámbito académico con mucho recelo, considerándola como una pseudociencia. De hecho, cuando cursaba estudios de Astronomía en la facultad de Ciencias, el profesor que impartía la asignatura comenzó su primera clase exponiéndonos la radical diferencia, según su parecer, entre la Astronomía, considerada por él una verdadera ciencia, y la Astrología que concebía como una pseudociencia, más propia de un falso profeta que de un científico serio.
Algo parecido sucede con la parapsicología, por ejemplo, que tengo la impresión de que es el nombre moderno para designar a la metafísica. Desde luego que existen numerosos casos de fraude en todo lo relacionado con la Astrología, así como con el Tarot y otras “mancias” similares. Máxime en estos días de oscuridad y caos, donde la inconsciencia y la ignorancia de los principios universales parecen haberse adueñado de buena parte del colectivo.
Sin embargo, eso no significa que la astrología, como la parapsicología o la ufología, verbigracia, no puedan ser objeto de un estudio científico riguroso. Ni siquiera la ciencia ortodoxa, rigurosamente académica, se libra del fraude, como bien sabes. Lastimosamente, el prejuicio que acompañaba a mi antiguo profesor de Astronomía está muy extendido y afecta, por igual, al profano y al erudito, al científico y al sacerdote. No obstante, esto no debe ser un obstáculo para el verdadero Científico, para el buscador de la Verdad, puesto que si somos capaces de librarnos de los prejuicios que gravitan en torno a la astrología, nos daremos cuenta enseguida del ingente manantial de formaciones arquetípicas presentes en su simbología, las cuales auxilian al terapeuta a iluminar las consciencias, gravemente turbadas, cuando emerge material procedente del inconsciente colectivo, algo que sucede siempre que se atraviesa una crisis espiritual. Del desconocimiento y de la incompetencia de los legos no es responsable el psicólogo”.
LA MANIFESTACIÓN DE LO FEMENINO
¿Qué papel juega en todo este rol de la búsqueda de la verdad la emergencia del arquetipo femenino?
“Bueno, habría que diferenciar entre lo que está sucediendo en el ámbito de los epifenómenos materiales, es decir, a un nivel manifiesto o consciente, de lo que se está gestando en las capas profundas del Inconsciente Colectivo. Uno de los fenómenos de mayor relevancia en el mundo occidental es, junto a la progresiva preocupación por el deterioro del medio ambiente planetario, el que está teniendo lugar con la mujer moderna. El creciente interés por la igualdad de derechos entre las mujeres y los varones revela un cambio de consciencia cuya trascendencia apenas empezamos a vislumbrar. En el fondo, esto no parece ser sino la manifestación más obvia de la paulatina superación del patriarcado psicológico al que ha estado sometida la humanidad, afectando tanto a las mujeres como a los hombres, desde los remotos tiempos del helenismo.
Tal y como he desarrollado en mi último trabajo, Feminismo y Autorrealización, el patriarcado ha minusvalorado la mayor parte de los atributos asociados a lo Femenino y, con ello, ha despreciado y lacerado aquellos valores que son más afines a la personalidad femenina.
De ahí que, como afirmo rotundamente en mi ensayo, ha sido la mujer la más perjudicada con la perpetuación de la orientación patriarcal que ha prevalecido, y que aún prevalece en gran medida, en la cultura occidental. Sin embargo, la Era de Acuario muy probablemente se caracterice por la búsqueda de la Verdad, y esa búsqueda no está circunscrita a ningún género, sino que es extensible a toda la humanidad. De modo que, la Individuación de la mujer moderna es la necesaria contrapartida a la unilateralidad que ha caracterizado a los últimos tiempos de la era de los peces. De ello depende, en mi opinión, que la cultura occidental logre sanar su lacerante herida, renovándose interiormente a sí misma. Sobre estas afirmaciones versa gran parte de mi último ensayo novelado titulado En busca del Cristo interior y que espero sea publicado en breve por alguna editorial española. Al menos esa es mi intención.
Ahora bien, si ajustamos las lentes y multiplicamos los aumentos, nos daremos cuenta de que la emergencia del aspecto oscuro del arquetipo de la Diosa parece ser un síntoma elocuente de la grave crisis estructural en la que está sumido el modelo o estilo de vida occidental. Tanto Carl Jung, cuanto más recientemente Stanislav Grof, entre otros psiquiatras transpersonales, han evidenciado que la emergencia del arquetipo de la Diosa oscura, identificado con la diosa Kali hindú, o con la egipcia Seckmet, tiene lugar en aquellos períodos de profunda crisis espiritual, tanto a nivel individual, cuanto en el ámbito colectivo o social. Mi experiencia de más de una década en la investigación del inconsciente colectivo me ha mostrado que ambos investigadores estaban en lo cierto. Asimismo, hay un símbolo, asociado al mismo arquetipo, que emerge en los períodos de crisis de sentido, y es el del gran dragón lunar. Quien ha de morir es, por supuesto, el ego en su ignorancia y estrechez de miras para dar a luz al arquetipo del andrógino. Con ello, mujeres y hombres, habrán de apartar sus intereses egoístas para regir sus vidas de acuerdo al principio universal encarnado en su Ser esencial. Motivo por el cual, dedico un capítulo completo a estudiar este arquetipo plutoniano a través de los símbolos de varias diosas relacionadas con la serpiente o el escorpión, en definitiva, con algunas de las distintas caras con las que se presenta el Dragón Lunar. Y lo hago a sabiendas de que en este arquetipo femenino reside no sólo el veneno que se ha extendido por el mundo como una metástasis, sino también el remedio a ese cáncer que se ha adueñado de toda manifestación vital”.
Posiblemente, ese arquetipo emergente al que alude nuestro entrevistado materialice mejor que ningún otro esa fascinación que hay en estos momentos hacia las culturas ancestrales, la filosofía perenne, las religiones mistéricas, el cristianismo gnóstico, el papel iniciático de María Magdalena como Hieródula (servidora sagrada del templo), etc.
¿Percibes ese interés cada vez mayor hacia la sabiduría primordial, tal vez para conocernos mejor a nosotros mismos y descubrir nuestros orígenes?…
El retorno a la fuente, que es una inmersión en el océano de lo Inconsciente Colectivo, verdadero anhelo del ser humano, nos lleva a todos los que nos adentramos en estos parajes de la existencia, a veces inhóspitos, a reencontrarnos con la Verdad. Una Verdad que se conoce desde siempre, como nos muestran los evangelios gnósticos, los misterios pre-cristianos, los sabios orientales, los grandes místicos, los filósofos, etc., pero que debe ser eternamente experimentada y reformulada. A la sencillez del arquetipo del andrógino, del arcaico engranaje del Tao, le acompaña una inabarcable e inagotable exégesis. De modo que, en propiedad, quien retorna al interior de si mismo encuentra el paraíso perdido, el Reino de los Cielos, la luz primordial, la chispa divina de los gnósticos. Así, poco importa desde qué ámbito del saber inicies tu viaje, puesto que, como bien dices, todos convergemos hacia un mismo punto”.
“Así es. Permíteme que te responda con un fragmento extraído de mi libro El retorno al Paraíso Perdido: ‘La recuperación del Hombre y la transformación de la situación actual, sólo es posible regresando a la fuente de la sabiduría primordial.
Otrora brotaba a borbotones, su fluir era caudaloso y colmado de vida. Hoy, apenas fluye un pequeño reguero, que con dificultad recorre el rocoso y contaminado lecho por el cual serpentea. Esa Sabiduría de lo Trascendente nace en un determinado momento de la evolución del individuo, y, a través de su efímera y diminuta existencia, es capaz de manifestar la grandeza de lo Eterno. Su primer estadio es la intuición, pero ésta no es sino un pálido reflejo de aquella fuente primordial. De ella surgen todos los dioses y diosas que gobiernan la existencia del Hombre. Esa fuente se llama videncia, comunión con Dios, contemplación de la eterna sabiduría de la vida y reside en los lares más íntimos del alma humana’.
Los sueños y su trasfondo arquetípico tienen una importancia vital en los temas que estamos tratando. ¿Qué te han aportado en tu particular búsqueda?
“En efecto, son numerosos los sueños que emergieron desde lo inconsciente colectivo psicoideo hasta el ámbito de mi consciencia, en sincronicidad con los atentados terroristas del 11-S. De hecho, podría decirse que el germen de todo cuanto he escrito y, Deo Concedente, espero escribir en el futuro, está contenido en aquellos sueños, visiones, imágenes y fantasmas. En cierto sentido, gracias a ellos he sido plenamente consciente de la realidad unificada a la que Jung denominó Unus Mundus, un mundo único, en el que materia y espíritu no son sino las dos caras de una misma realidad”.

El héroe se adentra en los misterios del otro mundo, se transforma, renace a una nueva vida. Es otro de los asuntos que has tocado en tus ensayos. ¿Hablamos de algo meramente simbólico o puede llegar a ser experimentado por todo verdadero buscador o iniciado? ¿Acaso sería el paso del hombre material al hombre espiritual?
“Al hablar de la entrada del héroe en el otro mundo estoy representando y describiendo simbólicamente un acontecimiento que tiene lugar en todo individuo que sufre una transformación de su consciencia. Desde un punto de vista psicológico, lo que sucede es, como bien dices, una muerte al estado de ser anterior, o sea, al estado ‘hílico’ o material de ignorancia e irresponsabilidad infantil, y un renacimiento al ámbito del Espíritu. Y esto, por definición, es una iniciación. Jung denomina a este proceso Individuación, dando a entender con ello que el objetivo último de toda iniciación es la más completa realización del individuo. También podría decirse que se trata de una muerte del ego y un renacimiento del Rebis Hermafrodítico o Andrógino de la Alquimia, del Anthropos gnóstico, del Atman hindú o del Tao oriental, nombres todos ellos que aluden al arquetipo del Ser o personalidad total. Durante este proceso, la consciencia se hunde en las profundidades de lo Inconsciente Colectivo, desapareciendo durante un tiempo del mundo de la materia, para reaparecer transformada y portando un tesoro de conocimientos a los que tiene acceso aquél que ha convivido con los espíritus de sus ancestros. En definitiva, simboliza una bajada a los infiernos, que es, como digo, una inmersión de la consciencia en lo Inconsciente Colectivo”.
EL EFECTO ACUARIANO
Por último, señalas que el mito de nuestra Era es el mito de Acuario. ¿En qué consiste la era de Acuario sobre la que tanto se habla?
“Bueno, en realidad, esta idea no es nueva. Hace ya algunas décadas que ciertos grupos de tinte ocultista apuntan que nos encontramos transitando hacia una Nueva Era. Desde un punto de vista astronómico, el punto vernal, que es el punto de corte de la proyección del ecuador terrestre sobre el plano de la eclíptica, se está desplazando desde la constelación de Piscis hasta la de Acuario.
Este fenómeno simboliza, según una interpretación astrológica, una transición desde la era de los peces, en la que se ha desarrollado el cristianismo, hasta la era del aguador, que habrá de abrevar con el aqua sapientiae a todo aquel que se embarque en el conocimiento de sí mismo.
Estoy convencido de que esta sincronicidad cósmica se correlaciona significativamente con la búsqueda personal de la Sabiduría, entendida ésta como el Conocimiento o Gnosis de los principios universales o patrones arquetípicos allende el mundo de la manifestación. El mundo de la materia, que concierne a la acción y al cambio, tiene su razón de ser precisamente en esos principios universales. Y estos patrones o arquetipos están siendo reformulados bajo una terminología científica, acorde con el nuevo zeitgeist.
Mientras que la era de los peces se ha caracterizado por la dominación de la religión cristiana y el conocimiento de la divinidad sólo podía, supuestamente, hallarse en la Iglesia por intermediación de los vicarios de Dios en la tierra, las clases sacerdotales, en la era de acuario la Sabiduría o la Gnosis no estará circunscrita, en mi opinión, a ningún contenedor material, valga decir institucional, sino que serán los individuos quienes experimentarán la divinidad en el interior de si mismos. Esto trae consigo, por lo tanto, una completa revisión y reestructuración de los pilares espirituales sobre los que descansa occidente. Dicho así, todo esto parece muy bonito. Pero el hercúleo trabajo de demolición y posterior reconstrucción que semejante empresa implica, lo conoce bien aquel que se ha visto ante la necesidad vital de llevar a cabo dicha titánica tarea. La unión del sustrato lunar, femenino, de lo inconsciente con la consciencia es una labor formidable”.
No cabe duda de que estamos protagonizando un momento crucial en la historia de nuestra civilización. La crisis global traerá cambios significativos en todos los niveles. El proceso de transformación colectiva está en su momento más álgido. Cada individuo debe tomar conciencia de la realidad en la que vive y actuar consecuentemente, por eso no debe seguir anclado a tendencias sociales y culturales caducas, manteniendo su intelecto aletargado y a merced de los mandatarios. La actitud crítica es necesaria, pero hacia todo, religión y ciencia incluidas.
A su vez, mantengámonos receptivos a los nuevos paradigmas que ampliarán nuestros conocimientos y que posiblemente sirvan de preludio a un futuro en el que la crisis haya quedado definitivamente superada, Deo Concedente. No olvidemos que, quizás, estemos atravesando un profundo proceso terapéutico a escala global. ¿No siente usted, atento lector, los síntomas en su propio ser?…


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El Socio Silencioso en la Sincronicidad

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Presentamos en el post de hoy el último capítulo del artículo del terapeuta norteamericano Paul Levy titulado, “Catching the bug Synchronicity”, -Pillando la Sincronicidad del Escarabajo. Paul estuvo medicado durante años con un síndrome equivocado de maníaco-depresivo hasta que él mismo entendió lo que le pasaba después de tener varias experiencias trascendentales. Hoy en día se dedica a escribir libros, atender conferencias, a tratar a pacientes y a aconsejar a profesionales de la psiquiatría y de la psicología.
“Un arquetipo sincronísticamente manifestándose en el mundo exterior es un reflejo de que la misma condición está en proceso interno de realización. El exterior, sincronizándose materialmente en el proceso arquetipal interior es un vehículo a través del cual el proceso del arquetipo se actualiza al unísono y en el mismo espacio y tiempo, en el interior y en el exterior.
El espíritu que anima a la sincronicidad, si podemos de hablar de tales materias “inmateriales”, es el mismo que nos inspira en nuestros sueños nocturnos. El espíritu, el mencionado “unus mundus”, o el soñador, el Si Mismo, está soñando nuestros sueños por la noche y en nuestra vida durante el día. El unus mundus soñador, arregla las situaciones en nuestra vida; las microscópicas y las macroscópicas como una forma de sincronizarse que le induce a una mayor alineación con el campo abierto de las posibilidades, tal como nosotros nos refinamos y nos redefinimos día a día. Cuando nos damos cuenta de la naturaleza soñadora de la realidad, el universo se convierte continuamente en un oráculo al revelarnos a nosotros mismos nuestra propia naturaleza.
En una sincronicidad, toma lugar la conjunción de dos principios cósmicos, la psiquis y la materia, en un proceso de intercambio real de atributos. En esas situaciones la psiquis se comporta como si fuera material y la materia como si fuese una expresión de la psiquis. Las sincronicidades son emanaciones del matrimonio sagrado de la alquimia, donde los opuestos de espíritu y materia recíprocamente se informan tal como se unen en un abrazo fuera del tiempo.
En lugar de orientarnos a un solo lado, el espiritual excluyendo el material, o la materia excluyendo a la espiritualidad, Jung sintió que la tarea psicológica-espiritual de nuestro tiempo en la historia es vivir y encarnar la realización de la unidad del espíritu y la materia que los acontecimientos sincronísticos nos están revelando. En lugar del espíritu descender de los cielos, la guía el espíritu está emergiendo y alzándose desde la propia materia para que lo reconozcamos.
Subjetivamente, el fenómeno sincronístico nos evoca una sentimiento de que no estamos solos, que hay un socio silencioso que está compartiendo la vida con nosotros y que sueña lo que nosotros. Es como si hubiera una factor autónomo y profundo que arregla nuestras experiencias para que nos despertemos. Parte de la numinosidad del acontecimiento sincronístico es el sentido de encontrar “el otro completo”, sea dentro de nosotros mismos o fuera en el mundo exterior. Paradójicamente, a través de la sincronicidad nos conectamos a nosotros mismos a través de introducirnos en la otra parte, que nosotros no reconocemos como propia.
Reconocer la matriz sincronística que modela nuestras experiencias nos empodera para ser creativos, cooperativos y socios activos en el proceso de despertar. Cuanto más abiertos estamos a la sincronicidad, más veces nos ocurren ya que las sincronicidades son como símbolos en un sueño, y no están separados del soñador, que es el caso nuestro. En tanto en cuanto reconocemos la naturaleza soñadora de nuestro universo despierto así es como reconocemos nuestra vida como una sincronicidad. Una vez que estamos lúcidos en nuestro sueño y reconocemos que por naturaleza vivimos en un universo sincronístico, el universo no tiene más opción que amoldarse a nuestro estado reflejando nuestra realización en la manifestación propia de la sincronicidad.
Siendo ritos iniciatorios, las sincronicidades nos empoderan para ver la vida sincronísticamente. Ver a través de ojos sinronísticos no tiene nada que ver con recrear una interpretación fabricada sobre los acontecimientos que aparecen en el día a día. Ver sincronicidades es reconocer la web o madeja sincronística que subyace y está entramada a través de nuestra experiencia. Esto es análogo a estar dentro de un sueño y ser consciente del sueño y permitir que se manifieste con mayor profundidad. El cambiar la perspectiva de nuestro sueño no causó que el sueño desapareciera. Similarmente, vivimos en un universo sincronístico y al reconocerlo, le permitimos que se nos muestre a través de la propia sincronicidad.

Las sincronicidades son como “culturas” de otra dimensión que crean y enriquecen nuestra propia cultura. Como un escarabajo en el sistema, las sincronicidades son culturas que viralmente se propagan a través del campo de conciencia, lo que significa que son contagiosas. La conciencia sincronística, la conciencia que reconoce la naturaleza sincronística del universo y se ha vuelto lucida, es algo que podemos adquirir y reconocer unos en otros. Esta conciencia es una invocación y revelación de la “eterna presencia del acto único creativo” en el cual todos estamos inmersos y participando. La conciencia sincronística se actica y se reproduce dentro y fuera del campo, como auto-generadora de la naturaleza, la cual es lo mismo que decir que está naciendo al mundo a través de nuestra conciencia.
Como Jung, podemos ayudarnos a pillar la sincronicidad del “insecto”. Podemos cooperativamente cultivar una web de aliados quienes creativamente atrayendo esa preciosa joya que es la sincronicidad. El campo arquetipal se potencia enormemente cuando nos ponemos “en sincronía” con otras personas quienes también se están despertando al universo sincronístico. Un campo que está lubricado cuando se estimula y estabiliza la lucidez y cuando entramos en resonancia unos con otros y compartimos abriendo nuestros corazones a la conciencia sincronística. Embarcarnos en esta senda actica nuestro genio creativo a una cultura sonde no hay esfuerzo, ni tiempo, y no-local y viralmente transmite y se reitera fractalmente a través del tiempo y el espacio. Compartir acontecimientos sincronísticos magnéticamente atrae al universo hacia ese maravilloso proceso auto revelatorio”.
Image by Phil Thirkell, courtesy of Creative Commons license.
FUENTE:
Paul Levy en youtube



 

La Sincronicidad o la Declaración del Alma

Paradójicamente, las sincronicidades son una materialización viva sin mediación alguna de nuestra parte inconsciente mientras simultáneamente son una manifestación nuestra no localizada que requiere que nos abramos a una conciencia mayor. Siendo un símbolo genuino, las sincronicidades son una declaración del alma, ya que contienen una expresión y unión de los opuestos. Las sincronicidades son el alma en acción. 

ARQUETIPOS
Las sincronicidades ocurren cuando pasamos fuera de nuestra dimensión personal y accedemos a lo que se conoce como la dimensión arquetípica de la experiencia. Si nos embebemos e identificamos con la perspectiva persona-lística, person-alizamos nuestra experiencia imaginando que existimos como una persona aislada del espacio alrededor nuestro. Y así estamos hipnotizados dentro de un punto de vista particularizado que se envuelve en una vida aparentemente autónoma en sí misma, y crea un lazo retro-alimentativo, una profecía auto cumplida. El ser identificado con el punto fijo de referencia del ente separado limita nuestra libertad, atrapa nuestro poder creativo y entorpece nuestra compasión. En el punto que nosotros reconocemos nuestra naturaleza soñadora de la situación, salimos fuera del punto de vista person-alístico y reductivo basado en la causalidad lineal (por ejemplo, la perspectiva de la ilusión de la piel que encapsula al ego) y entramos dentro de una perspectiva más arquetípica en donde nos encontramos jugando papeles más eternos, míticos y divinos del drama encarnacional.
La sincronicidad del paciente de Jung reveló algo no solo sobre su proceso personal y interior sino una revelación de un proceso arquetípico profundo que existe en el inconsciente colectivo. La sincronicidad fue simultáneamente revelando una dinámica que es personal y colectiva al mismo tiempo, es en el momento de estar en el punto muerto que la profunda dinámica arquetípica dentro de la psique se activa y se expresa no-localmente a través de la sincronicidad permitiendo ver el canvas del aparentemente mundo externo, tanto como el mundo interior. Citando a Jung: “el paciente del escarabajo se encontraba en una situación imposible porque el tratamiento estaba en un punto muerto y parecía no haber una salida. Es este tipo de situación lo que constela en la mayoría de las veces al arquetipo.” Lo que es verdad individualmente es también verdad colectivamente cuando nosotros como especie nos encontramos en una situación imposible con un plan sin salida. Es este tipo de dilema lo que constela la sanación y el arquetipo revelador.
Aunque suene como una palabra sofisticada, un arquetipo es algo que experimentamos y sabemos íntimamente desde adentro. Un arquetipo es como un instinto psicológico o un campo informacional de influencia que modela nuestra psique, nuestra experiencia del mundo alrededor y como nos experimentamos. Jung llama a los arquetipos, “los modos típicos de aprensión”. Un arquetipo es como una rejilla subyacente o huella que in-forma y estructura como percibimos, interpretamos y respondemos a nuestra experiencia.
La dimensión personal conforma nuestra experiencia, mientras la dimensión arquetípica simboliza y sueña sobre nuestras experiencias con un acto altamente creativo. Los arquetipos son el factor que crea imágenes en la psique, informando y dando forma a las imágenes en la mente y los sueños de nuestra alma y como tal, insisten en transformarse imaginativamente.
Cuando un arquetipo se activa dentro de nosotros, se constela no-localmente hacia fuera en el campo que nos rodea. Conversamente, cuando un arquetipo es activado en el campo aparentemente fuera, simultáneamente constela y es una reflexión de la misma actividad arquetípica dentro de nosotros. Un campo de fuerzas magnético de un arquetipo activado ordena y organiza un campo entero para que sincrónicamente se auto-organice para encarnar “en forma” al arquetipo. El arquetipo es por tanto, in-form-acción pura. Los arquetipos no-locales ejercen su influencia in-formacional através de un medio super fluido y carente de fricción del inconsciente colectivo mismo. El ámbito arquetípico vaporiza los límites ilusorios -revelando el espíritu-, y construye puentes que median y conectan el interior con el exterior, el consiente con el inconsciente, el sueño y la vigilia.



Las sincronicidades ocurren en momentos de excitación arquetípica del campo, lo que es lo mismo que decir en momentos de crisis, de tránsito y de tensión creativa e intensidad dinámica. Los arquetipos que consiguen activarse por el campo se precipitan al exterior como una expresión sincronística del propio campo al que activan. Los periodos de disturbios de nuestro mundo son ambas una manifestación y un fuelle para un tipo específico de arquetipo de la mente colectiva de la humanidad para dibujarse todo aquello que sincronístacamente se necesita para hacerse visible en forma. Los momentos de estrés, ambos individual y colectivamente, catalizan una sanación mucho más profunda y auto-regulatoria en el proceso arquetipal para despertar dentro de la naturaleza de la psiquis humana que simultáneamente se expresa a través del universo.
Hay una correlación sincronística profunda e íntima entre lo que está pasando profundamente en la mente colectiva de la humanidad y lo que está en juego colectivamente en el escenario del mundo. Justo como en un sueño, lo que está inconsciente se sueña y se dibuja fuera un nuestra día a día. Lo que se despliega en el sueño de una persona es una reflexión de un proceso interno; similarmente lo que se sueña por los seis mil y medio millones de personas en el mundo es una reflexión del proceso interno que ocurre en la profunda mente colectiva de la humanidad.
Cuando un arquetipo sin forma de la mente colectiva está a punto de hacerse consciente y encarnarse, tiene una carga energética que se apodera de la gente, la pone en su camino y la fuerza a actuar para dar la forma concreta. Lo que no somos conscientes y no recordamos, lo sacamos fuera en el mundo.
Como el eje invisible subyacente del esqueleto de un cristal emergente, los arquetipos de la mente colectiva in-forman, modelan y estructuran al propio inconsciente. La dimensión interior arquetípica se revela influenciando y animando nuestro inconsciente, causándonos a actuar dentro y fuera y dar forma al ámbito arquetípico en el teatro del mundo. Y esto nos pasa individual y colectivamente en el escenario del mundo.
Los arquetipos pueden poseer a individuos y naciones. Los arquetipos deslumbran a la consciencia de tal forma que se ciegan en su propio punto de vista. Cuando un arquetipo asume el control de un persona, grupo o nación, se puede decir que son la encarnación o la revelación de la no forma, del arquetipo transpersonal en forma humana. Cuando un ámbito arquetipal encarna, algo de la dimensión eterna e imperecedera, se nos revela como si entráramos en el ámbito del tiempo y la encarnación. Las sincronicidades son revelaciones en la muesca del tiempo.
Lo que no recordamos, no asociamos a nosotros. Nuestro desmembramiento de la experiencia y dis-asociación nos polariza y empodera un reparto proporcional a la proyección fuera de nosotros y la expresión que nos lleva a actuar fuera, en el mundo exterior. Nos convertiremos en esa parte separada e inconscientemente actuaremos fuera en el mundo o lo proyectaremos fuera como un sueño donde lo exterior forma una parte indisoluble con nuestro interior. Es otro forma de decir que el universo consciente es una función de nuestra Conciencia o falta de ella.