miércoles, 1 de agosto de 2012

PSICOANALISIS DEL CUERPO




Hablar del cuerpo en este comienzo de siglo, y en el postmodernismo, implica preguntarnos ¿de qué cuerpo queremos hablar? del histérico, publicitario, relacional, médico o erótico, dado que son todos los cuerpos sociales que andan por las ciudades, consumidos, vendidos y publicitados como tal. También el Psicoanálisis teorizó sobre lo corpóreo y será el motivo fundante de esta nota, pasando por sus goces, que no son otra cosa “que el goce en el cuerpo mismo” y la famosa frase de Lacan: “tuyo es tu cuerpo”, pero hay alguna propiedad en la ruptura del cuerpo en la agresión y exposición de las cirugías, los piercing, los trastornos de la alimentación en ese cuerpo del consumo, consumido para el intercambio con los otros, la medicina y el mercado, en una palabra, el cuerpo nos “impone” ya que a través de él y con él, gozamos, sentimos, deseamos, etc.
Lo corpóreo se construye con otro primordial a través de su deseo, tacto, contacto, horarios, voces, encuentros y desencuentros, con la madre primeramente, y depositaciones de amor u odio en el mapa corporal de su majestad el bebé. Desde el registro simbólico es un cuerpo vacío, sin órganos, sólo prestado, para recibir la marca significante en donde anidarán las pulsiones y ciertas zonas erógenas. Lo que viste ese cuerpo en primer orden son goces, necesidades, placeres, etc; y desde lo imaginario, la imagen brindará “unida” para lo ya fragmentado, es decir, otorga un quantum de estructura, de soporte que devendrá en un cuerpo vestido y envestido con un baño de libido y un recorrido por las zonas erógenas. Para el Psicoanálisis el cuerpo es una construcción a partir del significante, no es evolutivo ni madurativo como en la medicina, es decir, es un efecto no un dato a seguir, también el cuerpo es el “sostén de la palabra” y vehículo fundamental del discurso, con un fuerte goce en sí mismo, detalle que lo separa del cuerpo biológico médico. Para Freud lo corpóreo deviene de la estructura psíquica del sujeto, y es afectado por esto en su materialidad concreta, es la plena acción psíquica sobre lo somático, también podemos decir algo más, es la acción del lenguaje sobre lo somático, es por eso que los Psicoanalistas somos buscados oportunamente para hablar sobre el cuerpo, pero alejados de la biología de la ciencia y muy cerca del cuerpo erógeno en tanto pulsión, marcado a fuego por lo sexual en relación “al deseo del otro”.
El cuerpo vivo con la condición del goce, y el síntoma como un evento propio del cuerpo por el trabajo de las pulsiones que escriben en el “pizarrón” del cuerpo sus garabatos de vida o muerte, “construcción o destrucción”, mensajes que llegan anticipadamente al sujeto, pero que éste no está preparado para escuchar, de hecho, las pulsiones se mueven en lo corpóreo con fines altamente premonitorios, gritos desesperados que denuncian la enfermedad por venir o ya instalada. Conviven también y al mismo tiempo dos cuerpos, el cuerpo del saber que sabe sobre sus necesidades, y el cuerpo libidinal, hablado en líneas anteriores, atravesados por las inscripciones corpóreas de pactos, mitos, autodestrucción, seducción, abusos, culpas, promesas, goces, placeres, angustias y ansiedades, todo esto y mucho más ya se escribió en dicha pizarra, anidando también a través de la fantasmática en los órganos, escondite predilecto de los traumas con nuestros progenitores, y desde ese lugar es cómo podemos entender la enfermedad de los órganos.
Al sujeto neurótico le es muy difícil alcanzar el camino de la felicidad, más bien lo otro se nos pega fácilmente, el sufrimiento, y dejar de sufrir precisamente es la llave de la felicidad, el sufrimiento nos persigue desde tres lugares, así lo manifiesta el ARQUITECTO DEL APARATO PSÍQUICO COMO ES FREUD: 

desde el cuerpo, que con su deterioro y sus límites nos hace sentir el dolor y la angustia, desde la naturaleza o mundo exterior, que con su omnipotencia nos hace empequeñecer ante su fuerza destructora, y en tercer lugar, en las relaciones con otros seres humanos, en este tercer punto me paro y puedo cristalizar a lo que me dedico en mis seminarios del amor y las relaciones equivocadas, y de cuanto sufrimiento trae al sujeto neurótico los vínculos tóxicos, recordando también la génesis de estos dos exitosos seminarios en los países hispanos, cuando leí por primera vez el tercer punto freudiano y dije: sobre ésto tengo que escribir y disertar.
Articulando un poco lo religioso y lo Lacaniano sobre el pecado y la ley, podría decir que sin ley no hay pecado, es decir, es la ley la que hace al pecado. Lacan en el seminario 7 también articula la relación entre pecado y ley entrelazados entre el deseo y el goce, es por eso que más allá de la biología está el cuerpo del goce del pecado, por esta causa muchos santos crearon un nuevo goce, el goce del placer dentro del displacer. Para Michel Fourcault, el cuerpo es la resistencia al poder, es una x, un objeto=x que cada cultura llena conceptualmente de una u otra manera, y donde el poder depositará todas sus influencias para apropiarse, gestionarlo y normalizarlo; por supuesto, lejos está este pensamiento de la línea francesa que dice: “lo simbólico, es decir, la cadena significante será el pivote que organizará el cuerpo, en tanto propio pero naciendo alienado al otro”. 



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